viernes, 19 de agosto de 2011

ARTE EN EL SIGLO XX



¿Es esto arte?

Final del formulario

El problema para explicar el sentido del arte del siglo XX se debe a la dificultad de dar una definición del arte que abarque los distintos periodos de su historia. Las numerosas opiniones que se han vertido son, el mejor de los casos, descripciones, y parciales. Tal hecho ha permitido que muchos autores hayan confeccionado obras que se ajustan al criterio de algún teórico y por ello deben ser admitidas por la crítica. Otras veces se simula el trabajo de otro artista reconocido y tampoco se poseen razones para poder negarle la calificación de artista. Estos hechos, que nada tienen que ver con el arte, oscurecen su interpretación. Finalmente, las consideraciones vertidas sobre esta cuestión tienen por objeto justificar ciertas obras o justificar al autor de las consideraciones, pues el prestigio del crítico exige que alcance la definición adecuada, y, en muchos otros casos, es una determinada intención la que dirige la opinión del crítico.
Por otra parte, la consideración del arte del siglo XX como trasgresor nada dice de la obra sino del uso. La mayoría de los artistas son personas comprometidas, de la misma forma que durante muchos siglos los artistas eran creyentes. Pero sería absurdo analizar el trabajo de Miguel Ángel, Leonardo y Rafael por su contenido religioso. En cambio, los críticos modernos aceptan revisar obras del siglo XX por su intención. Lo único que se deduce de tal hecho es la ideología del crítico y con ello su dificultad para realizar un análisis más perfecto de las obras que estudia. Si de la existencia de la Capilla Sixtina no podemos deducir la existencia de Dios, podemos, en cambio, emplear este ejemplo para entender que en el arte corrosivo su intención corrosiva carece de valor artístico y que el análisis de las obras debe ser el de su forma y contenido.
Por lo tanto, para entender el arte del siglo XX debemos aclarar qué es el arte, pues no parece que se haya llegado a ofrecer respuesta a tan necesaria cuestión y las teorías tan diversas han resultado incomprendidas por el público y hasta por los artistas, que quedan, con tantas explicaciones, más confundidos que sin ellas. El error en la definición del arte es lo que ha producido los errores en la explicación del arte del siglo XX.
Podemos decir que el arte es la expresión del sentimiento del hombre. Pero debemos precisarla. En primer lugar, debemos ampliarla diciendo: cuando se conoce el mundo. En segundo lugar, se observa que esta definición supone al artista como hombre universal, como sujeto cognoscente que se erige en representante de la humanidad.
Así, tal definición de hombre universal con un conocimiento universal sólo podría ser aplicada a los artistas griegos, y a los pocos que han existido después de ellos con sus mismas características. Y así es: fuera de las obras supremas, las que expresan el conocimiento del Hombre, no hay Arte. Pero nos queda el arte que expresa el sentimiento individual del hombre y que, en el siglo XX, a la vista de sus expresiones, ha planteado una absoluta incomprensión y se nos exige la pertinente aclaración.
¿Por qué desapareció el arte griego? Porque el hombre desea el cambio. Pero todo cambio sólo se concibe como una evolución. La era griega evolucionó a partir de sus inicios hasta el siglo XXI pero no, como se ha venido creyendo, como degeneración de las formas. Lo que evoluciona es el modo de pensar que ha dado lugar a esas formas. ¿Cómo si no podría mostrarse tan continua la historia del arte? Por ejemplo, sobre el arte del siglo XX también se ha pensado que toda la evolución de ese siglo ha sido una imitación de las formas de las primeras vanguardias. Pero no ha sido así. Esas opiniones son mera descripción formal de las obras. Se sorprenden los sabios del origen simultáneo y variado del arte abstracto y del arte pop. El origen está en el modo de pensar, en la evolución del modo de pensar que es algo general de un tiempo.
Cuando analizamos una obra debemos preguntar cuál es su sentido, o si acaso tiene alguno, sólo entonces, si le posee, determinaremos que es arte. Sin conocer el sentido, no distinguiremos la intención —ya sabemos que nosotros debemos distinguir la intención interna (el sentido) de la externa (la utilización). Por eso hoy no tendría sentido pintar como Miguel Ángel, porque cada tiempo exige una aportación. Determinado el sentido, el que corresponde a su tiempo, debemos valorar la altura del estilo resultante con respecto a otros. ¿Deberemos recurrir a Aristófanes para que mida y pese los estilos de nuestra historia?
El arte es algo concreto, no es un convenio. El arte del siglo XX se caracteriza por tres factores muy bien percibidos por la crítica pero mal valorados. 1. La negación de la obra como arte y su consideración de objeto. 2. La mayor consideración al concepto que se quiere expresar que a la obra y su acabado. 3. El anonimato del pintor, al menos como intención inicial del artista.

1. Como nosotros mantenemos, las vanguardias realizaron un estudio científico de la obra de arte, lo cual significa analizar los elementos que la componen, materia, técnica y figura. Según nuestra definición, el artista de ese siglo no realiza arte sino ciencia. El estudio científico presenta los elementos que estudia por separado. Tales elementos son objetos. Las obras de los artistas no son obras de arte, son la exposición de los elementos que las componen, es decir, son componentes.
El arte del siglo XX presenta objetos en lugar de arte, como manifiestan numerosos artistas y como confirma la teoría. El error no es de descripción, es de interpretación. El artista no reduce el arte a un objeto sino que nunca hace arte, luego no precisa reducirle, y lo que hace es mostrar ese objeto.

2. a) Al faltar la idea y la unidad en la obra de arte, el crítico debe explicar el sentido de una construcción tan simple y tan ajena al mundo del arte. Ante la falta de una fundamentación teórica que hubiera permitido definir claramente el significado de esas obras, se buscan argumentos con los cuales justificar la validez de tales objetos. Entonces se dan vueltas alrededor de las obras de los artistas —los cuales actúan con honestidad—, para conjugar las formas externas con algún principio aceptado por la crítica y la sociedad.
La valoración, por ejemplo, de los cuadros negros de Stella sólo nos demuestra que el pensamiento del siglo XX ha sido un pensamiento racional. Por irrefutables que resulten los argumentos con los que se justifiquen esas obras (y todas las de contenido similar) no dejan de ser unas rayas negras. La satisfacción que pueda producir su contemplación será el indicador del grado de sensibilidad de quien juzga.
Los griegos creían en las ideas eternas; los romanos, en el poder terrenal; el hombre del Renacimiento en la belleza, y el hombre moderno en la ciencia. Y, en cada época, el hombre ha producido las obras de arte que se ajustan al pensamiento de su tiempo. Por eso el arte griego es el arte supremo de nuestra cultura y el arte del siglo XX no siempre alcanza esa calificación. Sin embargo, con la valoración del arte-ciencia que hace el hombre racional puede aparecer por encima de las creaciones áticas. Esto sólo demuestra el perspectivismo que posee el hombre actual que juzga como supremas las obras que se expresan de la forma que él mismo siente, y es una necesaria interpretación que muestra la coherencia entre el sentir y el juzgar del hombre de un tiempo, pero un hombre que no ve más que su tiempo.

b) Aun así, nosotros afirmamos que tales obras poseen un sentido y que son necesarias. De esta forma, se entiende que se llamen obras de arte a estas construcciones tan vacías de emociones. Se precisan como forma de continuidad del arte anterior pues esta forma de evolución es inevitable, por lo que resultan imprescindibles ya que sin ellas no se podría dar el siguiente paso de la evolución cultural. Pero que sean necesarias no dice nada de su valor, mejor dicho, del grado de su valor. El contenido de estas obras es, en ocasiones, tan pequeño que se agota con una mirada, después de la cual no merece la pena volver a verlas —suponiendo que con esa mirada se haya captado su sentido.
Estas obras deben conservarse en los museos y deben ser tratadas en los libros de arte para expresar su sentido y para poder presentar la evolución artística de forma continua. Pero en modo alguno pueden ser presentadas como obras de arte ni exaltando un contenido del que carecen: porque no son obras de arte, son los elementos con los que los artistas verdaderos confeccionan sus obras, las cuales ya son obras de arte. El que en el siglo XX las obras de arte (hablando de aquellas cuya catalogación como arte nos sorprende) posean un sentido artístico, no significa que posean un valor artístico. Por eso, desde un punto de vista, el del contenido, negamos que sean arte, mientras que desde otro, como necesidad de expresar una determinada forma de pensamiento, afirmamos que lo son. En el siglo XX hay obras de arte intrascendentes porque, a diferencia de tiempos precedentes en los que el artista mostraba el conocimiento del hombre a través de sus sentimientos, este siglo ha mostrado conocimientos científicos sobre el arte. Por eso, se habla del arte como objeto del arte, porque el ojo que todo lo ve se ha querido ver él mismo. Como confirmación de esta exposición recordamos que muchos artistas negaban que sus obras fueran arte y que otros muchos no deseaban que su labor llegase a los museos ni a las galerías. Como decimos, los artistas eran honestos en lo que hacían y en lo que decían sobre su trabajo. La teoría moderna ha trasladado la cuestión artística a la social, la cual dominan. Sus argumentaciones han consistido en convencernos de que toda evolución es un progreso, tomando este término como perfeccionamiento. Entonces, el arte más tardío debía ser superior al anterior. En cuanto a la técnica es cierto, pues el progreso la ha perfeccionado, en cuanto al contenido que expresan, no. Éste ha sido el error de apreciación del arte del siglo XX, suponer que se habían superado las creaciones anteriores. En torno a esta idea se han generado las teorías de arte. Pero, si observamos la vida individual, pronto nos percatamos de que la existencia se permite un perfeccionamiento en las primeras etapas del crecimiento y que todo lo demás es reducción. En la misma cultura, el arte griego, del cual procede toda otra forma de la cultura en el mundo occidental, fue superior a todo lo que le sucedió, lo cual es visto como decadencia de la cultura griega.

3. El último aspecto referido del arte del siglo XX, el del anonimato, es otra postura del artista honesta y coherente con la labor realizada, la de ofrecer un catálogo de elementos de construcción artística; labor absolutamente aséptica, carente de individualidad y sin mérito alguno que pueda reclamar su autor.
Los artistas del siglo XX realizaron una labor necesaria. Estaban, pues, obligados a ejecutarla, les gustara o no. Nadie les ha pedido su opinión, como nadie se la pidió a los griegos. La causa, el desarrollo del principio generador, existe, luego, es necesario que se produzca su efecto, es decir, resultaba inevitable que, en ese preciso momento, el arte se trasformara en ciencia. No existe efecto sin causa. Dando la vuelta a la expresión (toda causa produce un efecto), se entenderá cómo es que nosotros hemos podido realizar la interpretación de las obras científicas de los artistas del siglo XX mediante la aplicación de los Principios de Razón Suficiente. (Revista Replicante)


martes, 9 de agosto de 2011

LOS RETOS CULTURALES DEL GOBIERNO DEL ESTADO DE DURANGO.

Performance de Marina Abramovic


LOS RETOS CULTURALES
DEL GOBIERNO
DEL ESTADO DE DURANGO.

Fernando Andrade Cancino

Decía Octavio Paz que “los burócratas gastan más en administrar que en fomentar la cultura”. (Proceso Nº 352).  Piensan que la cultura es un departamento de administración y resuelven los problemas de la cultura con acuerdos, con disposiciones, con reunioncitas selectivas que sólo buscan la auto legitimación, mientas en lo oscurito ejercen una política fascista que los lleva a comprometer a sus trabajadores –por escrito- a no hablar mal de la dirección de la institución, y a hurgar en los archivos y memorias de sus computadoras, evitando que entren a las redes sociales. “Pero la cultura nunca ha sido acuerdo administrativo. Así no se escribe ni un poema ni una novela ni se pintan cuadros ni se hace un festival de poesía. Para que haya todo esto es necesario que haya antes una atmósfera social, fundada en la consulta, en el consenso, en el diálogo que no debe ser exclusivo de un grupo, una persona, un partido, un Estado, o una iglesia. Debe ser plural”.
El Durango de ahora requiere una sociedad democrática y libre, con una política artística y social, como señala Jorge Sánchez Cordero en “Los retos culturales del Congreso” (Proceso N° 1813), y como Durango va a la cola de los demás estados en cultura, gracias a las políticas y los políticos emanados del PRI, pero sobre todo al amiguismo y nepotismo que estos ponen en práctica, la coordinación real en acciones culturales entre las diferentes instancias del gobierno estatal es nula, ya que los mecanismos de participación social -y con la IP-, sólo son “jarabe de pico”.
La oferta política de los partidos en Durango en cuanto a cultura se refiere es inexistente, ya que quienes tienen, o han tenido, representación popular y responsabilidad política, han ignorado, como en la elaboración de la Ley de Cultura del Estado de Durango, en el sexenio pasado, que ni siquiera tomó en cuenta las observaciones de quienes entonces dirigían, administraban y trabajaban en el  Instituto de Cultura del Estado de Durango, haciendo -el grupo de caciques culturales que domina desde hace 20 años, en beneficio propio, las instituciones culturales y educativas, además del congreso estatal- una ley sacada de la manga a través del socorrido “copiar y pegar” (copy and paste)  de leyes similares de otros estados del país; decía, han ignorado a creadores y productores de arte y cultura.
Haber elaborado  esta propuesta, con cuidado y esmero, por personas apartidistas, hubiera significado un avance sensible para la cultura en Durango. Hubiera sido un plausible ejercicio democrático. El pueblo de Durango no tiene por qué aprender democracia, “los que tiene que aprender la democracia son quienes nos gobiernan. El gobernador, los altos burócratas, los funcionarios del gobierno. Tienen que aprender a oír. Nunca oyen”. 
Dice Sánchez Cordero, a quien glosamos y citamos enseguida a lo largo de este texto, que “los tiempos de la cultura tienen su propio ritmo y son totalmente independientes de los tiempos políticos; no admiten ser subordinados a los tiempos e intereses políticos. 
“La herencia cultural, la diversidad cultural y el desarrollo humano sostenido  implican el que una comunidad tenga una conectividad histórica, consistente en el uso continuo y en la transmisión intergeneracional de su Patrimonio Cultural Inmaterial”, el cual muchos artistas y creadores hemos contribuido a crear en épocas distintas, pero que al parecer y dependiendo de quién dirija el ICED, o quién sea diputado o gobernador, tal conectividad en  Durango se limita a una etapa sexenal o trianual, quedando así roto el proceso de conectividad histórica, y rota la misma comunidad cultural, como es evidente en estos días.
Resulta pues imperativo identificar a los grupos o comunidades culturales que deben ser necesariamente consultados en la elaboración en los inventarios o cartografías del Patrimonio Cultural Inmaterial (y por supuesto del Material), que no se agotan en la mera formulación de conocimientos tradicionales (como el folklore) y que no pueden ser encapsulados en una lista, menos en una agenda o cartelera de eventos.  Debe imperar la institucionalización de actividades, proyectos y programas en la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, pero se deben evitar en tal sentido las inercias; ¿Por qué cada año hay Jornadas Villistas, o encuentros de Cronistas Municipales, o Festival Revueltas, y por qué siempre –independientemente de la dirección de cultura en turno-, son los mismos burócratas, comisionados o no, quienes los programan y ejecutan?  
La comunidad cultural de Durango, sus grupos, deben conservar sus vínculos con los ancestros, con los espacios culturales y las tradiciones, es cierto, pero también con las pocas instituciones establecidas para ello, y no sólo unos cuantos beneficiarios sexenales o transexenales.
Nuevas formas de convivencia y nuevos sentidos para el futuro son inhibidos por una burocracia y una partidocracia dictatorial, para quienes la cultura es sólo un coto de poder desde donde otorgar dádivas con el dinero del pueblo como un medio más para hacer campañas políticas casi permanentes, o para enriquecerse en lo personal.
La democracia cultural merece hoy un desarrollo importante, hay que dar participación a todos los agentes que actúan en el espectro social –grupos y comunidades- pero más significativamente darles acceso a las decisiones que les atañen, en vez de negárselas como ha sucedido en este primer año del ya no tan nuevo gobierno estatal.
Los derechos culturales se hicieron depender en Durango de un verdadero galimatías, inaplicable en la práctica; una demagógica y retórica Ley de Cultura que habla del derecho a la cultura y no del derecho al acceso a la cultura, ya que es obligación del estado proveer de los medios para acceder a la cultura, y uno de los medios para facilitar el acceso a la cultura es su democratización.
Es necesario fundar políticas públicas de cultura, como lo es el fortalecimiento de una política artística y cultural constructiva en beneficio de la creación, una política que subraye la importancia fundamental del arte (no sólo del folklore) y de los artistas en nuestra sociedad (no sólo de bellas intérpretes de la canción o declamadoras al viejo estilo).
A nuestra sociedad se le impuso el oír y callar, lo que ahora se pretende hacer también con poetas y escritores, desvaneciendo así la memoria pública ante la carencia de creadores que nos muestren las referencias culturales preestablecidas que ahora se olvidan, se reprimen, al censurar la crítica o coartar la libertad de expresión, menguando significativamente nuestra conciencia para cuestionar, meditar y recordar.
Sin la articulación de la memoria pública no hay legado cultural, artístico y científico que transmitir. De ahí que el Durango de hoy requiera de una sociedad democrática y libre, con una política artística y social, y no “direcciones culturales” amañadas, vengativas, coludidas, prepotentes, autoritarias y demagógicas, impuestas por funcionarios que sólo defienden sus onerosos sueldos -y lo peor de todo-, con desconocimiento de lo que es la Alta Cultura, y el consecuente distanciamiento de amplios e importantes sectores sociales.    

martes, 2 de agosto de 2011

LOS AUTÉNTICOS CACIQUES CULTURALES, COMO JORGE HERRERA DELGADO, EMILIANO HERNÁNDEZ CAMARGO, ELIA MARÍA MORELOS Y JAVIER GUERRERO, ATRÁS DE CORÍN MARTÍNEZ EN EL INSTITUTO DE CULTURA DE DURANGO (ICED). Respuesta a Corín y a Miguel Ángel Ortiz (Rasputín), del "Movimiento Urge Reestructurar el ICED".



Carta a Miguel Ángel Ortiz, Asistente de la Directora General del ICED, Corín Martínez H.

Durango, Victoria a 31 de julio del 2011
  
Miguel Ángel Ortiz
Funcionario del ICED
Presente.-

“Y dile que quiero que sepa
que quiero que lo sepa…”
Kill Bill Vol. II


En respuesta a su llamada telefónica en la cual de parte de la Ing. Corín Martínez Herrera nos manda decir su majestad que quiere vernos en una reunión privada, para dar luz verde a nuestros proyectos y peticiones; déjeme decirle en primer lugar que la justicia no está en venta. 
Nosotros representamos la voz de la inconformidad. Nosotros representamos a la voz del pueblo, de los cansados, de los hartos. Nosotros somos la voz  de las ideas de cambio y somos el viento del norte y la luz violeta que limpia los errores del pasado.
Ya no nos importan los proyectos que a principio de año le llevamos a la Ing. Corín. Ya no queremos hablar con ella, ni que nos reciba. La buscamos cientos de veces y sus puertas siempre estuvieron cerradas. Le hablamos cientos de veces por vía telefónica y nunca pudimos escuchar ni su voz. Claro nos ha quedado en todos esos rechazos a lo largo de meses y meses, desde el año pasado que la hemos buscado, que no dio ni iba a dar respuesta. Dígale que nos ha demostrado como trata a la gente y que hablar con ella no nos interesa.
En segundo lugar, no se trata de mí, Miguel, se trata de que no se necesita beber toda el agua del mar para saber que es salada; y mi caso no es más que una gota de las muchas que he visto y escuchado del trato que se le da a los artistas duranguenses.
Esto no se trata de ti, y tampoco se trata de Corín sino de lo que representa. Queremos que les quede bien claro: la dirección del ICED no es un trono. Ustedes no nos están haciendo el favor de “aprobar” (que nunca lo han hecho) las peticiones de la gente. Quiero que les quede bien, pero bien claro: ustedes nunca me han dado nada… y no soy la única. Mi caso es el caso de cientos de músicos, escritores, pintores, escultores, bailarines, actores, promotores culturales.
Nosotros estamos convencidos de que Corín no tiene la capacidad para ocupar ese puesto, porque lo hemos visto, porque jamás fue capaz de darnos una audiencia, porque su política es hacer política; porque no está para servir a la gente. Corín es incapaz de hacer una gestión de recursos para cubrir las necesidades de los artistas. No puede. No lo hizo. Y no digan que sólo tiene en el poder casi el año, porque ¿cuánto necesita para poner en orden al ICED? NO PUEDE PONER ORDEN porque piensa que ella está bien, y piensa que todo en el ICED es perfecto porque nunca recibe a la gente, porque nunca da la cara ni escucha las necesidades de los artistas. 
No somos un caso aislado. Hemos escuchado los testimonios de muchas personas que han sido vejadas en sus derechos. Hemos escuchado testimonios que van desde el plagio de proyectos hasta el desvío de los recursos de CONACULTA y de irregularidades desde menores hasta muy graves, en la comprobación de gastos. En cuanto a la administración de recursos humanos, no hay un esquema claro de las funciones que a cada uno corresponden, no hay un plan de trabajo bien estructurado. Los empleados no saben cuáles son sus funciones, sus responsabilidades o cuáles son sus decisiones, porque nadie puede tomar decisiones, solamente Corín, quien no sabe delegar autoridad.
Entiéndame Miguel Ángel, esto es por el bien de todos nosotros y de todos ustedes. Si el ICED fuera una casa tendría tantas fugas que estaría a punto de derrumbarse. Y eso es lo que queremos. Queremos que se acabe esa etapa de la cultura de Durango donde la gente tenía miedo de pedir, tenía miedo de hablar, tenía miedo de participar, tenía miedo de exigir; como si el ICED fuera una fortaleza medieval, cuyas catacumbas albergaban los intereses de un grupúsculo de gente que nada tiene que ver con la cultura. Corín representa la conservación de esa mecánica política del “tú te callas y yo te oprimo”. Porque eso es lo que está haciendo al mandarte a ti a pedirnos un precio. Ve y dile a Corín que la fe y la justicia del pueblo no tienen precio.
Nosotros no formamos parte de ningún partido político, ni de ningún grupo político-cultural, ni de nada; solo somos parte de la gente que sabe que urge una reestructuración en las estructuras y metas del ICED. Lo que estamos haciendo es por el bien de todos.



ATENTAMENTE

MOVIMIENTO URGE REESTRUCTURACIÓN DEL ICED
RENEÉ ACOSTA Y JORGE GUERRERO